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viernes, 17 de septiembre de 2010

Esperanza

- ¿ Oyes ese sonido?
- ¿Cómo?
- Que si escuchas ese sonido tan relajante.
- ... Lo siento pero, no se oye nada.
- Es cierto, yo tampoco oigo nada ...
- ¿ De verdad que no lo oís? Pero si es precioso, es imposible que no escuchéis nada.
- Me parece que estás delirando, o eso o estás loca.
- Simplemente es fruto de tu imaginación, si estuvieses realmente atenta te darias cuenta que solo se escucha el sonido del viento, nada más.
- ¿Locura? ¿Imaginación? No queridos amigos, sois vosotros los que no os dais cuenta; lo que yo estoy escuhando es el sonido de la esperanza.
- ¿Esperanza? ¡Venga ya!
- La esperanza de que llegará un día mejor, que podré volar, correr todo lo deprisa que yo quiera, olvidarle, empezar una nueva vida desde cero ... y la escucho cada vez más cerca de mí, me llama, me dice que dentro de poco aparecerá en mi vida y se hará un huequecito sin que yo me de cuenta; que todas las cosas buenas irán viniendo una tras otra, yo no lo notaré, únicamente sólo cuando esté llena de felicidad será cuando me haya dado cuenta de su presencia.
La esperanza está entonando una preciosa melodía, en ella me cuenta que debo ser paciente, que todo me llegará, y que además será un día no muy lejano. Yo la he contestado que la espero con los brazos abiertos, que no me importa el tiempo que tarde, sólo quiero ser feliz y se que algún día lo seré porque me lo ha confirmado.

En ese momento, los amigos de esa chica se quedaron sin palabras, no sabían que decir, ni que hacer; los 3 se quedaron escuchando la melodía del viento y la esperanza. 
Su amiga tenía razón, si agudizaban un poco el oído y, sobretodo, si abrían su corazón lo oirían, una melodía tan bella y llena de amor que haría que sus ojos se llenaran de lágrimas a la vez que esbozaban una bonita sonrisa.
Se acababan de dar cuenta de lo bonita que era la vida, la esperanza les habia enseñado una lección muy importante : no rendirse nunca en esta vida y luchar por todo lo que se quiere.

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